JUCHITECOS, EN TRÁNSITO A LA MODERNIDAD
José Noé Mijangos Cruz
Siguiendo la tendencia de los laicos sonorenses (Aguilar Camín dixit) que ya figuraban en el concierto
político nacional, Juchitán obtuvo su carta de naturalización ‘secular’, desde
que se consolida el liderazgo de Heliodoro Charis Castro, aproximadamente por
el año de 1919. Aunque alguna revisión de la literatura sociológica lo ubica
como un cacique regional, habría que reconocerle su visión participativa en un
momento clave del proceso posrevolucionario, luego de intervenir en batallas si
no decisivas, por lo menos interesantes en el terreno militar, muy cercano al
caudillo sonorense asesinado en Coyoacán; batallas que también lo llevaron a
tener cercanía con quien ahora vive entre los istmeños en un busto memorable en
Ixtepec visitado ante la indiferencia de los lugareños: Joaquín Amaro.
Juchitán ha jugado bien su carta de ‘secular’, debido a que en
ocasiones ha justificado su situación de religión titular, aludiendo al santo
patrón de los juchitecos no conversos: San Vicente Ferrer. Más recientemente,
después de su incursión en los gobiernos municipales desde la oposición al
gobierno priista, los gobiernos juchitecos han sido tolerantes y hasta han
promovido (el actual presidente municipal Saúl Vicente Vázquez aparece en
algunas publicaciones de Facebook, ante el podio dominical de alguna religión
protestante) la intercesión de religiones no afines al Vaticano, generando una
avalancha de sectas fundantes en buena parte de su metrópoli. Los seculares
puros, aún no existen como algo evidente, pero se encuentran en formación,
sobre todo los ‘gnósticos’, pues la conciencia de bastarse a sí mismos como
progresión social, se ha frenado por la rentabilidad que llega a tener la
demanda de servicios religiosos prestados bajo medidas de privilegio.
En 1983, tras el despliegue militar en el ayuntamiento opositor juchiteco
(Sergio Zermeño dixit), se propicia
un detonante de preocupación para el régimen en turno, que percibió ese brote
como una neuralgia que podría impactar a buena parte de la región. No fue así.
Los efectos que contrarrestaron este deslinde juchiteco, se hicieron notar con
la correa de transmisión con que el gobierno de Oaxaca contaba para impedir su
propagación: Santo Domingo Tehuantepec y Salina Cruz. Los subsidios a estos dos
municipios, que en contraste los sumió en más depresión financiera, actuaron
sobre todo, como muelle propagandístico de que la rebeldía juchiteca no tendría
futuro. Incluso, durante la ‘guerra sucia’ que se implementó para su desgaste
combativo, hizo que algunos líderes de la COCEI perseguidos, crearan una
estrategia de no hacer visible sus movimientos, allegándose de medios que
blindaron sus intereses, que aunque escasos, deslegitimaban la persecución
policiaca y militar a estos agentes del cambio en Juchitán. Fue así como de
gobernador de esos años, Pedro Vásquez Colmenares fue promovido a dirigir la
dirección de investigación y seguridad nacional (DISEN).
Con el tiempo, los ‘subversivos’ se han convertido, como una
compensación peculiar de administrar los recursos municipales y legislativos,
en empresarios o por lo menos en sujetos con comodidades patrimoniales en
crecimiento, llegando incluso a tener casas de diseñadores o desarrolladores
inmobiliarios e inversiones de capital. La política para los ‘subversivos’ se
ha deslucido, luego que Héctor Sánchez López lo depreciara en sus viajes
presidenciales zedillistas haciendo turismo parlamentario, alentando la disputa
de los sobrevivientes de aquella generación de luchadores sociales: piden
también su parte de aquella demanda por trascender su lucha, algo así como
exigir el pago de bonos por impuestos de guerra. Es probable que dos de ellos
no pidieran nunca nada a cambio: Víctor Yodo, a la postre ‘martir’ y Enedino Jiménez,
sin ambiciones desmedidas.
Desde la comisión política del PRD, los juchitecos operaban para que
las suplencias a las senadurías, las diputaciones plurinominales y las
diputaciones locales, se dieran a las huestes de la COCEI, en donde los ex presidentes
municipales de Juchitán o líderes morales de la COCEI se vieran beneficiados.
Incluso llegaron a ser el 1-2 en la senaduría 2000-2006, la fórmula propietaria
y suplente de la primera minoría con Daniel López Nelio Santiago y Oscar Cruz
López, pues a la muerte del primero, el segundo juchiteco ya estaba listo para
seguir dejando a Juchitán en el mismo plano del fuero ‘patricio’.
Juchitán se toma su tiempo para crecer y apostarle a seguir
fortaleciendo a su sociedad crítica. Nada le acelera el paso. De hecho, un
punto a su favor, ha sido cuestionar lo que llega de lejos sin despreciar la
modernización. A diferencia de Santo Domingo Tehuantepec, el poblado de Juchitán
se basta a sí mismo para saber que existe, no se inventa un pasado, ni se
asegura un porvenir acrítico (Carlos Fuentes dixit). A diferencia del Salina Cruz ‘queda bien’, Juchitán se toma
su tiempo para cuestionar lo que prevalece como agenda pendiente, desalienta
triunfalismos exacerbados y motiva una paz que sabe por qué no reclama ciertos
espacios de rapiña institucional: un distrito que a nivel federal es ganado por
el PRI como señal del ‘no pasarán’ que si bien no la COCEI, pero sí el PRD
gana, como trueque superlativo en el distrito colindante, el V, que en los
últimos trienios ha correspondido representar a Carlos Altamirano Toledo-Carol Antonio
Altamirano-José Antonio Estefan Garfias: beneficiados de la pobre colonización
coceista en ese distrito, de líderes mercenarios de diversas procedencias y de
cúpulas perredistas que se prestan a negociar el tráfico de decisiones de la
información de la que se tiene noticia de primera mano.
Twitter:@JNMIJANGOS
(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 31/01/2016, p.11A)
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