LA TESIS DEL PRESIDENTE
José Noé Mijangos Cruz
Cada vez que las redes sociales
envían el mensaje de que nos debemos centrar en el tema que ellas colocan, el
deber de saber si se comulga con ese tema manda una señal de semáforo en
amarillo que nos previene a “sobrevivir” o “supervivir” como espectador que más
o menos se atiene a contrastar la polémica, la evidencia o la investigación. El
“lector eficaz” anida su razón en la razón del que lanzó esa carga de
imaginación colectiva de alerta en los intereses de grupo o de patrimonios
culturales próximos a debatirse en el quehacer nacional, y el “lector eficiente”
ensaya en la realidad sus certezas históricas como un ente modelado en la
construcción cívica.
¿Sobrevivencia o supervivencia
ante la agenda informativa?
El espectador “sobrevive” cuando
sus recursos culturales lo mantienen en jaque y se presta a la adaptación de lo
que le conviene escuchar y lo que le interesa decir. Su mundo es un mundo
original, por no decir elemental, silvestre. Lo gregario se alquila en la
mayoría tendenciosa y su salida airosa sólo se alcanza a través de la
“chiripa”, de los arreglos que al mismo sujeto sorprende por el asombro a flor
de piel de una condición que ha servido de consuelo vivir, aunque en esa etapa
las limosnas le hayan importunado su desarrollo hacia una conciencia social. “Supervivir
como espectador”, en cambio, es la claridad en los negocios públicos, cosecha
la “eficacia” de las afirmaciones morales, comprende su sentido crítico y la
conveniencia de abrir el pico o de quedarse calladito para verse más oportuno.
Incluso, con frecuencia, la expresión “me reservo el comentario”, es una halago
para quien lo dice y un desaire para quien la recibe. El “espectador eficaz”
que detecta la noticia calculada, ladina o encubridora, no se mueve ni un
centímetro en beneficio de esa costumbre prosaica de “quedar bien”. Y ante la
insistencia de su participación, surge el “espectador eficiente” que traba los
deseos opuestos de manipular el escenario social en donde se pretendía penetrar
ese “determinismo informativo”.
¿Eficacia o eficiencia ante la
expectativa de la información?
Si la “voluntad” del espectador
se arregla de manera que conceda ciertas conveniencias a sus homólogos,
entonces estamos frente a un “espectador eficaz”. Generalmente ese espectador
no se molesta por cualquier cosa ni le vienen gravosas algunas informaciones,
pues su lado culto opera como un “giroscopio” (equilibra las posturas en
milisegundos). Nos encontramos ante un “espectador eficiente”, en cambio,
cuando se corrige desde el intelecto lo que no se logró decodificar airadamente
por la condicionante de “eficacia”. “Supervivir” ante la colocación de mensajes
de las redes sociales, luego entonces, sólo es probable si se atiende a la
justificación de si se predica con la discriminación de datos pasados por la “eficacia”
de la admisión condicionada y si se atiende a la relación causal de lo que me
conviene procesar y lo que debo admitir o descartar pasada ante la “eficiencia”
rescatable del filtro que se presta a desechar los residuos. El “espectador
eficaz” que “supervive” en las redes sociales, detecta mucha información circulando
y le deja a su homólogo “espectador eficiente” que la elimine o la preserve,
según el entendimiento de lo que más se aglutina o se vuelve tendencia (trending topic). Procesar mucha
información no es sinónimo de una supervivencia crítica, pues ya se ha superado
el lado marginal de la custodia de la información. La estancia circunscrita a
las orillas (circum stantia), es un
asunto de la “sobrevivencia mítica”: primero la dimensión de los animales
prehistóricos, luego el predominio de grupos de las cavernas, el destierro
sobredimensionado, la tierra prometida, y las fases progresivas del imperio que
se han convertido en el “capitalismo tardío” en la atrofia social espontánea y
etérea.
La tesis del presidente de la República
El tema de la ética (o “eficacia”
profesional) se ha desbordado en las últimas informaciones que se han ventilado
en las redes sociales, al grado que los desvaríos en la tesis profesional de
quien nos gobierna ha volcado a los usuarios a pedir una respuesta oficial,
pero entre que ese hecho se daba, también se pedía en el imaginario colectivo
revocar el mandato presidencial, en una especie de “tribunal sumario”
(pretensión de “eficiencia” en la transparencia gubernamental). La “eficacia”
nos hace ver que elegimos a un ciudadano, no a un licenciado en alguna
profesión. Y la “eficiencia” nos previene que el proceso de elección ya pasó y
ahora nos encontramos en el régimen de ejercicio crítico de gobierno. Además,
la “supervivencia” es un indicador de que no podemos atraer a la “incertidumbre”
fortuita o gratuita, hasta que no se cuaje una “ruptura” legítima que exija un
cambio de gobierno. La “certeza” o “legalidad” debería (otra vez la “eficacia”)
ser un indicador de progreso humano ante la “justa distribución de la riqueza”.
Si quien nos gobierna no es del todo ético (se le acusa, aunque aún no se le
prueba el plagio), eso podría tenernos ante un sujeto de elemental criterio,
pasable, aunque no deseable. Y eso no es determinante para suplir su ejercicio
al que el deber “contemporáneo” le reclama (los errores del pasado son
corregibles, superables). Lo interesante sería saber, si el ciudadano que
elegimos para que nos gobernara, ajusta el compromiso de su misión desde el
plano general, estándar, como lo pudiera hacer cualquier ciudadano del país. De
ahí que nunca haya estado este columnista de acuerdo con la exigencia de una
profesión en la elección de un cargo público: contraviene el principio (otra
vez la “eficacia”) de “representatividad política”.
Twitter: @JNMIJANGOS
(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 11/09/2016, p. 7A)
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