EDGAR MORIN EN OAXACA
José Noé Mijangos Cruz
José Antonio Aguilar Rivera, ya
ha relatado el ficticio peregrinar de Alexis de Tocqueville por tierras
mexicanas, intentando discurrir sucesos que si bien son el resultado de la
especulación tardía de un ensayista como el casi homólogo del fallecido
cantante de la canción popular mexicana, provoca un complejo mundo de futuras
inclinaciones democráticas en este territorio indómito. Desde la muy personal
óptica de este columnista, ahora le corresponde a Edgar Morin hacer lo mismo
pero en tierras oaxaqueñas, un perímetro de historias tan complejas como el
tipo de pensamiento que este pensador francés destierra de Europa con destino a
la variopinta casa indígena por excelencia: Oaxaca.
Basada en una probabilidad de
apariencia en retroceso, Oaxaca es un típico candidato de la “neguentropía”
moriniana (regreso a las formas humanas, por los mismos canales por donde se
posibilitaron las experiencias de presuntos avances productivos desde el
capital y la industria). Esa ilusión óptica de que no avanza, hace de Oaxaca un
espectáculo de inclinación preferida de los europeos que gustan de la
excentricidad, exoticidad y toxicidad, cuya naturaleza estremecedora, contempla
un cóctel de insumisión y oferta de cambio.
La educación oaxaqueña, es el
modelo de pieza original, irrepetible y que todavía en uso, le impide ser pieza
de museo. Morin, al pisar Oaxaca, respiro una honda belleza de ocultos aromas
que decantaron en una experiencia única e irrepetible. Le provocó
estremecimiento los colores de un indigenismo que basada en una decoración
protagónica, no permite copia extravagante y luce tan leal a su tradición
mesoamericana, que forja un mundo cultural que se sostiene en el caos, en lo
arrojadizo y que compromete en la causa social su enérgica pureza de ausentismo
político.
La explicación sobre una
educación sana, cautivó a un Morin perplejo y emborrachado en Oaxaca de
inconciencia popular, cuyo honor a su causa verdadera le ha privado a Occidente
de su verdadero encubrimiento fundacional. Morin buscó un lugar que le
permitiera a sus habitantes un gozo desde la incertidumbre contemplativa. No se
le antojaron los casos de éxito de los bachilleratos públicos, menos el
folklore de exportación. Morin robusteció la idea de una nación sociológica que
recalcara la esencia de la dignidad apartada de lo occidental. Fiel al legajo
emancipador de la crudeza con que algunos pueblos zozobran sin extinguirse, a
Morin se le facilitó esa huida existencial de los oaxaqueños sobre encargos
infrahumanos que meditan la realidad trashumante.
Para Morin, la sección 22 no era
Oaxaca, como menos lo era el Instituto Estatal de Educación pública de Oaxaca.
Tampoco lo emocionaron los “niños triquis”, una experiencia genuina al comienzo
de tan novedosa carrera deportiva que pronto se convirtió en marketing
fiduciario de catálogos comparativos para demostrar una competencia con
división internacional del trabajo: un retroceso a las formas de pensamiento
complejo moriniano. Morin se reunió en un café céntrico de la ciudad de Oaxaca con
Peter McLaren, lo reconoció por su barba de chivo y esos lentes a la John Lennon.
Peter le interroga que muchos detractores de la postura crítica Mclareniana,
leen a Morin desde la vascularidad del mundo pacífico. McLaren aprovecha la
ocasión para preguntarle si la lectura de Morin es indiscutiblemente una
lectura pacífica. Edgar Morin responde moviendo la cabeza en signo de oposición.
Morin responde que su criterio emancipador es en todo caso libertario,
abarcador, complejo y humanamente exigente. Exige una cautelosa manera de
preservar la libertad personal, el proyecto de vida, negando todas las formas
de opresión humana.
A su paso por los portales de la
Ciudad de Oaxaca, Mario Blacutt fue reconocido por Peter McLaren. Recordaron los
tiempos en que ellos representaban los intereses culturales de Evo Morales y
Hugo Chávez. Blacutt quedó sorprendido al saber que Morin se encontraba en
Oaxaca, lo saluda con franca hospitalidad. Peter agota la plática pidiéndole a Blacutt
un comentario sobre el cierre que realiza en negocios presuntamente
“transnacionales” el movimiento magisterial de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación. Blacutt cuestiona el hecho: “Estarán de acuerdo
conmigo, que ahora la explotación industrial y de capitales ya no lo
representan las empresas transnacionales, ahora el peligro son las empresas ‘supertransnacionales’.
El ‘desarrollo regional’, es la asignatura pendiente de la sección 22”, termina
diciendo el investigador boliviano posgraduado de la Universidad de Oregón,
Mario Blacutt.
Twitter:@JNMIJANGOS
(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 18/10/2016, p. 6A)
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