José Noé Mijangos Cruz
Es una expresión que generalmente
se le vincula a la preservación del medio ambiente, pero al manejarla con el
hincapié acostumbrado se le aísla de su carácter filosófico cuya magnitud
escapa del control riguroso de su creación por considerársele poco redituable a
los alcances utilitaristas de los organismos que rentabilizan la función evaluadora
de las metas que una sociedad se impone desde la estandarización internacional.
La sustentabilidad trabaja con
muchas dimensiones, y una muy importante es el empoderamiento de la ciudadanía
y la participación social. Como tal, se espera que los derechos universales del
ser humano queden total e integralmente reconocidos en la realidad circundante.
Por ejemplo, un nativo no podrá esperar emigrar de su contexto original como
tampoco deberá permitirse ser excluido de su propia realidad social. Muchos
casos esperan turno ante el papel poco garantizador de los países que como
México buscan salir urgentemente del subdesarrollo.
El Istmo de Tehuantepec queda
expuesto desde esta perspectiva poco realista que se le avizora en un futuro
rentabilizador de su economía local, a una desventaja comparativa y competitiva
que algunos puentes terrestres como el norteamericano ya operan con éxito casos
de desplazamiento este-oeste, en donde el corredor transístmico quedaría sin
función operativa de alto rendimiento, habida cuenta de sus limitadas
capacidades para atender la demanda de travesía de contenedores como se encuentra
prevista en años venideros.
Sustentabilidad aquí, luego entonces,
debería considerarse la probabilidad de debate serio entre las comunidades del
conocimiento del Istmo de Tehuantepec, para atender la magnitud de su
previsible operación, o la oferta de otra fuente de producción que no termine
siendo ni la Zona Económica Especial tardía, ni el favorecimiento de la
intervención estatal que implique la deformación de la actividad tradicional
económica regional, para un espacio de maquila tecnológica en donde se incube a
una clase media, se generen desechos tóxicos y se detenga una transformación
del espacio ecológico ya de por sí en peligro de extinguirse.
El Istmo de Tehuantepec mantiene
escuelas políticas de resistencia social, ahora debe generar comunidades del
conocimiento que desde los espacios virtuales mantengan vigente la chispa de la
ocupación por el entorno geográfico, el planteamiento de una lengua original
con enfoque educativo, que desde los espacios de la informalidad familiar,
pasen a las comunidades del conocimiento de las redes sociales también conocidas
como aprendizajes no formales, para que de ahí se matricule a instituciones de
educación formal en ciclos que otorguen grados, en un todo orgánico que
trascienda su realidad y se afronte como capacidad discursiva y opere como
competencia transdiciplinar.
Las sociedades istmeñas del
conocimiento, en sus entornos virtuales, deberán superar facetas de
alfabetización en espacios digitales de educación no formal, y obtener de la
hiperconectividad ventajas de discusión en tiempo real o remoto que genere una
situación de cambio e innovación por sobre los ciclos educativos formales,
animando la actualización de contextos o nodos de convivencia cuyas situaciones
sociales no dejan duda que no desean obtener grados, pero que si se encuentran
interesados en buscar una mejora de actualización del cómo operar su proyecto
de vida por muy modesto que éste sea.
Si bien el capital extranjero es
un motor de operación financiera en los sistemas sociales, también se sabe que
es un mundo occidental de explotación, cuyo plato se sirve con guisados exquisitos
aunque la mexicanidad opere como servidumbre, y la clase política mexicana (de
élite) sea atendida en el patio trasero. Los organismos internacionales no han
hecho lo suficiente para orientar y fiscalizar lo que los países hacen en
materia de respeto a los derechos fundamentales, aunque la sustentabilidad sea
una bandera que se asome de vez en cuando en el menú de las discusiones
hemisféricas.
Para otra ocasión que se hable de sustentabilidad, dejemos que sea el fin el que se exclame: respeto irrestricto a los derechos universales del ser humano, y no el medio, ecologizar, medioambientar, o consumir el reciclaje motivado por la operación trashumante de los capitales frívolos. Consumir es la tarea que se nos otorga como mensaje equivocado.
Para otra ocasión que se hable de sustentabilidad, dejemos que sea el fin el que se exclame: respeto irrestricto a los derechos universales del ser humano, y no el medio, ecologizar, medioambientar, o consumir el reciclaje motivado por la operación trashumante de los capitales frívolos. Consumir es la tarea que se nos otorga como mensaje equivocado.
Twitter: @JNMIJANGOS
(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 18/07/2017, p. 6A)
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