José Noé Mijangos Cruz
Hace mucho tiempo la
intelectualidad mexicana leyó un discurso sobre el “derecho de los guijarros”,
una idea petrificada sobre el hecho de no mover de su función original a las
piedras de río, pues generaban un ecosistema virtuoso para la organización de
los seres vivos. Por ejemplo, la “intemperización biológica”, posibilita que el
musgo destruya a la piedra por un proceso natural que desmineraliza los
obstáculos originales para el torrente que se lanza al vacío y genera
maravillosas imágenes de vida silvestre. Eso, incluso, me permitió escribir una
metáfora en el año 2005 (ca.) en la revista El Mundo del Abogado: “… como la
horadación natural que recolecta el agua y vuelve la cascada a su remanso.”
Los seres vivos quizá no estén en
la opinión general con el afán de protegerlos o preservarlos, están perviviendo
ante una escasa comprensión del mundo sobre su coexistencia en esta
participación humana llamada: civilización. Las redes sociales, si bien han
exhibido comportamientos inadecuados respecto del maltrato animal, no han
permitido, por otra parte, ahondar el signo distintivo de nuestra consideración
apropiada a los seres vivos. En vez de hacernos a la carga de buscar culpables,
deberíamos adquirir competencias de readecuarnos a la coexistencia de los seres
vivos, como un generoso proceso de repercusión ambiental.
Los dispensarios de agua y comida
que se han venido proponiendo para generar certeza de sobrevivencia a los
animales domésticos en situación de calle, si bien comienzan a preocupar a la
población que habita esta entidad, no han logrado redimensionarse como
información ante un público que delimita sus necesidades humanas ante una
preocupación de escasez general. Oaxaca comienza a resentir “abandono y
maltrato animal”. La población perruna en situación de calle, ha venido a ser
la fauna que más resiente la incomprensión general de un habitante oaxaqueño
que rechaza la coexistencia con la vida animal y que en grado relativo, asume
una indiferencia que controla el panorama reduccionista de producir afectando
los intereses en la calidad de vida de los seres que lo circundan.
Si bien la sociedad política no
ayuda en mucho, la sociedad civil debe recomponer los signos de control
institucional para devolverlos al control pedagógico-instrumental que reeduque
a una población que no vuelva pieza de museo a una fauna que necesita coexistir en los distintos órdenes en donde se generen espacios ambientales dignos de los
que lo habitan. La calidad en la vida de los seres vivos, no es una capacidad
de respuesta que espera ser lisonjeada, pues es el círculo virtuoso que podría
generar un cambio en la manera de convivir, tanto humana como vegetal o animal.
El ser humano no puede ser
indiferente a su capacidad de respuesta crítica que le da sentido a la
convivencia pacífica con los seres vivos. Filósofos de nuevo cuño, se han dado
a la tarea de volver orgánico lo inorgánico, no en su base científica de
proliferación o supervivencia, sino en el debate de poner lo inmaterial, como
los guijarros, ante una amenaza de su existencia si su movilidad es provocada
por la mano del hombre (respuesta antrópica), pues eso también pondría en
desventaja al musgo que crece por sobre ellos y mineraliza en un proceso natural
las afluentes.
Revictimizar a la población
perruna que sufre los embates que el ser humano le impone en su proceso inconsecuente
de convivencia social, perseguiría una reacción inconsecuente por buscar
culpables que sufren la desventaja del linchamiento social, cuando en realidad,
la sociedad política se mantiene inmóvil en su consecuente gusto por el poder,
derrochando recursos que usan de manera inapropiada y acostumbrándose a buscar
más recursos para programas emergentes que incumplen por sistema, mientras la
población espera un ataque frontal a los problemas cotidianos que como en este
caso, llevan deterioro, daño e indolencia ante la preocupación de atender las
necesidades de animales domésticos como los perros y los gatos callejeros.
Oaxaca ha entrado a una oferta política
municipal que termina en el 2018 y en una oferta política que lo gobernará 6
años a nivel entidad federativa, su sociedad política no atiende la demanda de
la sociedad civil, por eso la sociedad civil deberá volver a los cauces
originales los compromisos políticos mediante educación de calidad: formal, no
formal e informal.
Twitter: @JNMIJANGOS
(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 20/08/2017, p. 6A)
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