La comunidad de Juchitán no era
conocida con la solidez de una población en donde la pujanza urbana, comercial
o social, hubiera aparecido con esa fuerza que prevalece en las metrópolis. A
no ser que la política se instalara como ocurrió hace unas décadas, Juchitán
vivía de la emoción local en una trinchera artesanal. A Juchitán le acaba de
pasar lo que alguna vez sugirió para la comunidad catalana el académico español
radicado en los Estados Unidos Ferrater Mora: que un terremoto se hiciera
presente en la Generalitat del
entonces presidente Jordi Pujol para
que esa región autónoma se diera a conocer.
Juchitán ahora recorre el mundo
ante un escenario inédito: su población sufre un terremoto de 8.2 grados
Richter, en donde la mayoría de las viviendas se afectaron considerablemente y
en donde el luto pesa con esa nebulosa de dislocación ambiental que circunda
sus calles y el zócalo tradicional. Juchitán se encuentra acaparando la noticia
ante una situación que lo ha llevado a ser el discurso preferido de la
política, ante una porción de esa sociedad que resiente su dolor en la
desesperanza, la incomprensión y la falta de desempeño meteórico de sus
autoridades.
El centro de la ciudad de
Juchitán, Oaxaca, lugar emblemático por su concurrencia permanente, está en una
situación de deterioro que impide habitarse, incluso, arremolina a sus
pobladores pero ahora para servir de culto a la catástrofe y no para la plática
amena y la reunión social. Los daños son cuantiosos y el luto sólo quedó en la
bandera izada en los primeros minutos del viernes por un habitante que se
aprestó el duelo ante un promontorio de sutilezas que contaban la historia y la
gallardía de sus habitantes, aunque la sencillez de vida que llevaban no robara
el protagonismo que ahora algunos medios de comunicación y familias encumbradas
de este lugar pretenden robar sin ningún escrúpulo. La declaratoria de zona de
desastre debe elevarse al nivel de enviar recursos urgentes para comenzar los
trabajos de rehabilitación de accesos principales, barrido de escombros,
demolición de casas inhabitables, construcción de inmuebles y readecuación de
edificios públicos.
Juchitán es su gente campirana,
sus artesanos, sus artistas, en una comunidad que todavía conserva la templanza
de una raza que empieza con lucidez sus labores matinales, una comunidad que
festeja en las calles sus danzas y sones que pendulan esas vestimentas únicas
al compás de una altiva paisana y un acompañante que coordina su atuendo con su
esfuerzo cultural legado centenariamente. Al Juchitán de Ferrater Mora, también
se le anota Unión Hidalgo, Asunción Ixtaltepec, Ixtepec y Salina Cruz, entre
otras localidades. Comunidades que fueron minimizadas por alguna razón de
desinformación extendida hacia autoridades federales, estatales y municipales.
Los que habitamos este lugar,
vivimos una noche comprometida aquel fatídico 7 de septiembre. La situación era
de descontrol general. Personas deambulaban por las inmediaciones de Juchitán
pretendiendo alejarse de este lugar que alguna vez los cobijó. Alejarse de
Juchitán fue la idea más sobresaliente. Los que se quedaron, generalmente eran
habitantes nativos de Juchitán que querían disponer de recursos para auxiliar a
sus familiares, pero los recursos eran escasos. El servicio público de
transporte colapsó, ante la amenaza sumada de delincuencia avalada por la
oscuridad de la noche y la deslectrificación. Ya de por sí la delincuencia
desatada del Juchitán de Ferrater Mora venía encumbrándose desde hace un buen tiempo,
lo que puso a los habitantes en ascuas tras el uso de la fuerza pública
municipal sólo para hacer presencia continua en su zócalo o zonas céntricas,
ocupando la periferia esa misma policía sólo para distribuir personal desde su
cuartel y hacia su cuartel.
Pocos hemos recorrido sus áreas
céntricas. La tristeza y la preocupación de otro movimiento semejante al del
jueves 7 de septiembre, sigue viviendo entre sus ocupantes. La zona de La
Riviera, donde se encuentran viviendas de interés alto, sufrió daños inmensos,
pues se encuentran colapsados algunos inmuebles y otros con daños en bardas y
paredes. Los vidrios astillados se notaron en Harmon Hall, centro de enseñanza que se encuentra en esa misma
zona.
La venta de pánico es fluctuante en el ambiente juchiteco. Mayor pánico genera mayor utilidad de las ventas a precio alzado, además que propicia mayor encubrimiento de ayudas presuntamente humanitarias que traen aparejados tintes políticos de grueso calado.
La venta de pánico es fluctuante en el ambiente juchiteco. Mayor pánico genera mayor utilidad de las ventas a precio alzado, además que propicia mayor encubrimiento de ayudas presuntamente humanitarias que traen aparejados tintes políticos de grueso calado.
Twitter: @JNMIJANGOS
(Publicado en El Universal 13/09/17 http://www.eluniversal.com.mx/columna/noe-mijangos/nacion/el-juchitan-de-ferrater-mora y en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 11/09/2017, p. 6A)
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