José Noé Mijangos Cruz
noticieros.televisa.com |
Asumir responsabilidades de seguridad pública sólo por decretarlos
como peritos en armas y explosivos, ha llevado a los militares en nuestro país a
seducir a los regímenes presidenciales como los elementos indispensables para
mantener la paz interior. La Guardia Nacional (GN) ha devenido en fracaso
después de afrontar el carácter altamente especializado que se le exigía, cuyo
estándar de confianza no se situó ni en el mínimo operativo; a juzgar por sus
participaciones en las comisiones de ilícitos como la extorsión.
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Cuatro mitos se presentan al momento de perseguir planes de seguridad
que la disciplina militar presuntamente garantiza:
1. El uso de las armas se
emplea al incursionar de manera táctica sobre el área de operación. La
población civil no puede ser ese “conejillo de indias” con el que prevén
participar las fuerzas castrenses como si se tratara de una invasión externa. El
militar se encuentra adaptado para su participación con uno igual a él en
fuerza, disciplina y estudio del terreno. La sociedad civil mexicana reúne
calidad ciudadana justamente en el ejercicio de sus libertades. El soldado o el
marino no basa su pretensión en la disuasión, sino en el aseguramiento cuando
el Estado de excepción se lo permite. La táctica militar sólo espera la
implementación de medidas extraordinarias para frenar toda dinámica pacífica
que la población civil reivindica, cada que se le es exigida su obediencia
ciega; acción impropia nacida en el cuartel.
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2. El soldado se mide en
armamento con la delincuencia organizada. Una de las primeras expresiones
del presidente Andrés Manuel, fue que “el narco también es pueblo”. Este
mensaje era una descripción de que muchas familias mexicanas alimentaban la
siembra y cosecha de los cultivos ilícitos; el trasiego y colocación de la
droga en mercados internacionales. Por ese motivo, el militar debería contener
su participación en operativos antinarcóticos, simplemente porque no es su
especialidad intervenir en asuntos donde la población civil esté involucrada de
manera directa o de soslayo. En el pasado, la Policía Rural ridiculizó el
exceso en el que se tuvo que utilizar recursos y acciones fallidas de
combatientes a los que no se les podía desarmar una vez se desarticulaba su
mando.
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3. Los casos de éxito en el
combate a la delincuencia mayor, provienen de estrategias militares. Uno de
los casos de éxito que dejó la milicia durante la “guerra sucia” en México, fue
el “chivatazo”. Militares con mando en las aduanas o en gendarmerías civiles,
generaban uso indiscriminado en el cuidado de la “plaza de operación” de las
mafias que les boletinaban a sus competencias en ascenso. Hacer el trabajo
sucio de las mafias de este país, creó un distintivo indigno en los galones que
formaban una doble moral entre el orgullo nacional de los símbolos patrios y la
deleznable actuación en sus ocupaciones públicas.
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4. El
soldado o marino tiene solvencia moral y lealtad a la patria. Una buena
parte de líderes de cárteles han desertado de la milicia nacional y se han
puesto a la cabeza de la delincuencia organizada. Militares de alto rango, con
justicia o sin ella (lo que provoca un doble juego a la descalificación tanto
por seguir órdenes como por indisciplinarse a ellas), han sido llevados a
juicio y encontrados culpables (en algunos casos por consigna). Habría que
conjugar esfuerzos en la lógica de Estado para mantenerlos en los cuarteles.
Twitter: @JNMIJANGOS
(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 21/05/2020, p. 6A y en El Heraldo de Coatzacoalcos 21/05/2020, p. 15.)
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