TOVAR Y DE TERESA: EL POLÍTICO Y EL INTELECTUAL
José Noé Mijangos Cruz
Foto: Cuartoscuro |
Una asociación prodigiosa entre
dos actividades que necesariamente exigen correr por caminos paralelos,
convergentes en algún momento, habla de una comunidad que como la mexicana ha hecho
un mundo cultural atractivo en el exterior. La política es un quehacer que
revela la situación práctica de un país como fenómeno social, su ejercicio
devela acciones que recurrentemente se actualizan. La política recurre a sus
élites, a sus notables, para afianzar sus deseos de prosperidad y democracia en
ascenso.
Existen personajes políticos cuyo
cultivo en las letras, las artes y las experiencias filantrópicas, requieren de
espacios de discusión porque generalmente se les critica su actitud servil ante
un régimen político que frecuentemente menosprecia la visión consensuada que
pasa entre lo popular y lo emergente. Es así como una secretaría de cultura
siempre es vista como una versión institucionalizada del poder, que no como una
versión empoderada de su afianzamiento en la imagen real de quienes componen su
fuerza productiva preponderante. La clase media, quizá fuera de la militancia
al pensador Antonio Gramsci, no ha logrado contrarrestar los efectos de la alta
cultura, lo que ha hecho de un país como México, un testimonio deformado que
denuncia lo que no conviene al gobierno en turno y resalta lo que mejor
capitula un periodo o civilización para encajar convenientemente en los
escenarios internacionales.
Rafael Tovar y de Teresa
representa ante los regímenes para los cuales ennobleció su actividad
burocrática, un claro ejemplo de avanzada, de notabilidad, descendiente de
familias que aportaron su esencia culta en momentos en que se tuvo que redimir
amenazas en las ocupaciones domésticas: salarios bajos, represión social,
inestabilidad financiera, fraude electoral, disolución de gobiernos estatales
desde la federación, conjuro de huelgas, presos políticos y un largo etcétera.
El gobierno mexicano, de hecho, tuvo que recurrir a la mesura política y al
control de las ideas perturbadoras de colapso, a través de políticos cultos que
proyectaran en los gobernados que la vida institucional del régimen tenía
sentido, valía la pena ser vivida y aún los proyectos de vida podrían
asegurarse un espacio entre las multitudes irreflexivas y culturas subalternas.
La Secretaría de Cultura en
México, fue dirigida por un ciudadano poco común: Rafael Tovar y de Teresa.
Pero si la Secretaría de Cultura ostentó a un personaje que ya se había ganado
el quehacer político por su talento diplomático, también se había ganado la
indiferencia ocupacional del efecto decorativo en donde terminan los alcances
de la opinión pública en ese ramo del poder ejecutivo federal. Se sintió el
estado de confortabilidad en el que un Tovar y de Teresa figuró en el último
tramo de su ocupación política. Y no es que no atendiera con oportunidad los
planteamientos de la planeación en materia de cultura, si no que no se percibió
un cambio novedoso o exposición al riesgo, sabiéndose influyente en el gobierno
federal. Como político rancio, prefirió seguir la rutina de una cultura rasa y
homologada, tal y como los regímenes priistas mantuvieron en vilo a la clase
cultural previo a la alternancia política.
Con todo lo anterior queremos
decir, que el rango de “secretaría” se siguió como un patrón del comportamiento
de la política mexicana por dos causas:
a) Exigencia de la comunidad internacional para sostener la identidad
local. Los protocolos internacionales cada día exigen que los países
dediquen mayor atención a los rasgos culturales de las comunidades que las
componen. Eso motiva que se planee y supervise el gasto presupuestal en función
de sacar la chamba cultural. Para atenuar cualquier incidente en la clase
cultural interna, se propicia sostenerla y diversificarla a partir de una
figura de unidad, en eso Rafael Tovar y de Teresa era la única opción:
combinaba la política y su proeza intelectual. El culto a la personalidad se
encuentra implícito, para armar el entramado social que justifique la orientación
técnica ante instancias de intervención sin trascendencia en las políticas
públicas.
b) Relevancia del ramo cultural sólo para satisfacer controles
emblemáticos de las aspiraciones de cambio e innovación. El subsistema
cultural no cuenta con una versión nacional que cuestione los dineros nimios
que se le inculcan para aparentar un avance social en ese aspecto. No se tasa
igual a la cultura que a la milicia o a la ciencia. Ese plano de igualdad en
las carteras de la administración pública, demuestra ilegitimidad a la hora de
ponerle nombre a una “secretaría”, pues no se puede defender de la mezquindad y
la rapacidad institucional que le da origen. Tovar y de Teresa pudiendo
cuestionar esa intranquilidad presupuestaria en el puesto que devengaba, legitimó
las acciones de gobierno, para vivir en la oscuridad financiera que no daba ni
para atender la necesidad emergente de las capas sociales productivas, quedando
un brillante trabajo de representación política sólo en el discurso.
Twitter: @JNMIJANGOS
(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 11/12/2016, p. 7A)
(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 11/12/2016, p. 7A)
No hay comentarios. :
Publicar un comentario