PANDEMICIDIO Y OTROS CRÍMENES SALUDABLES

José Noé Mijangos Cruz

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Se nos ha olvidado que la salud no es un “ideal”, pues de convertirse en un “principio” discriminaría a los enfermos, y eso peca de inhumano. Muchos que siguen persiguiendo como ideal a la salud, ahora demuestran su aversión a los enfermos, al personal de los hospitales y los atacan con impaciencia por su bajo peregrinar por la filosofía política, pero otros, que suponen ser un contrapeso efectivo para el fenómeno anterior, elevan a nivel de “héroe” a un personal hospitalario que sólo hace su deber: de nuevo, sobreestimar a médicos y enfermeros es situar a la salud como “ideal”.

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Son “ideales”: la libertad solidaria de atender a quien padece una enfermedad, el beneficio común de velar por el correcto funcionamiento de nuestro organismo humano y la seguridad legal a ser informado, reasignado el beneficio promotor de la salud y evitar vulnerar al sector sano. Si partimos de la finalidad a la que dirigimos nuestras expectativas humanas, nos daremos cuenta que los medios deben resolver con eficacia el interés superior a la vida, pero sobre todo, a elegir el proyecto de vida que satisfaga nuestra visión personal en torno a la convivencia con los demás.

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“Decidir” es la palabra clave en muchos países que han tratado como serviles a sus ciudadanos. Construir la ciudadanía es una tarea irresuelta en muchos modelos de gobernanza, por eso meterlos al redil, como en tiempos del COVID19, es una situación peligrosa, que se les va a revertir en ganancia electoral a muchos gobiernos actuales. Gobernar, es hoy en día, más peligroso que ser empresario independiente o artesano que se ha distanciado de la estandarización de la línea de ensamblaje. La pandemia acabará con algunos de nosotros, pero será inevitable, a su paso, que cambie las oportunidades de unas manos rapaces a otras manos compensatorias.

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“Pandemizar” el lenguaje o “pandemicidizar” el culto a la criminalización, ha llevado a los gobiernos a espantar con la “caja del muerto” a los hijos de Maquiavelo: aquel que decía que “más vale someter por el temor que añorar razones para ser amado; en última instancia vale evitar ser odiado”. Los gobernantes conscientes de este razonamiento, divulgarán su iniciativa de corte de suministros, pero saben que el pico más alto de contagio en la fase 3 no decrece sólo por el confinamiento de personas; incluso guardan con recelo este dato. Países hedonistas ya han pagado la factura del confinamiento, debido a que la vida ante la pandemia seguía de modo ordinario, incluyendo sus excesos. Vivimos una etapa extraordinaria, sin duda, pero de eso a tratar como inmaduros a la población circundante, no tiene justificación alguna.

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Ahora los beneficios se pagan en la lucha diaria: los enfermeros y otros profesionales de la salud adquieren notoriedad en su actuar cotidiano; eso sin duda planteará prestaciones sociales interesantes y se revalorará la plantilla de personal de salud con “residentes” que antaño eran subestimados en la obtención de plazas definitivas. Los tribunales deben acostumbrarse a llevar juicios virtuales y a excarcelar a quienes ilegalmente sobrellevan su condena sin sentencia. La amnistía otorgada por los poderes públicos a reos por delitos menores, fue en realidad una salida humanitaria, una manera de decir que habría que hincarse ante la tempestad del COVID19. Limitar la burocracia, ahora que estamos asumiendo la divulgación emergente de esta pandemia, también es un reto que Presidencia de la República ya implementa.

Twitter: @JNMIJANGOS

(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 30/04/2020, p. 6A y en El Heraldo de Coatzacoalcos 30/04/2020, p. 14.)