FIDEL CASTRO Y SU "BANDA DE FORAJIDOS"
José Noé Mijangos Cruz
Foto: Gérard Rancinan |
Discutir si la rebeldía tiene
méritos, ha dado pie a menospreciar esa postura con la expresión: “banda de
forajidos”. Los ejemplos son muchos, y la conducta que no se guía por normas,
realiza un punto de quiebre en sociedades inacabadas (el Estado, una sociedad
política rígida y limitada, ha dicho Giovanni Sartori). Una empresa como la de
Fidel Castro, usó marketing adelantado a su época. Hacer abandonar en una isla
caribeña la idea de la sumisión a los poderes capitalistas, que por sí misma
tenía en ese contexto reminiscencias coloniales, no era para tomarse a juego.
Ni siquiera la integración del Ché al movimiento, podría enviar el mensaje de
que eran suicidas obstinados, antes bien, podrían llevar la carga de una vida
acostumbrada a mantenerla en constante aventura, resiliencia y demostración de
que lo propio tenía sentido si se detentaba con admiración de lo ganado en cada
tramo de batalla existencial. A Fidel se le cumplió morir hasta que se le acabó
la vida. Se abandonó. Prefirió irse para siempre. Nada lo detuvo en vida. Vivió
el tránsito de Cuba de ampliar relaciones diplomáticas con Estados Unidos. La
derrota de Hillary no lo estremeció. Un estadista sabe qué va a pasar. Trump y
la supremacía blanca volverían a gobernar a ese país. Él lo sabía. Pero
prefirió callar.
Esa "banda de forajidos" de Fidel,
aprovechó que el capitalismo que gobernaba Cuba en la época de la oscuridad
política, se encontraba relajado. Más de una vez, la tranquilidad ha sido la
madre de todas las derrotas. México, precisamente por su corrupción excretante,
conocía los planes de las agencias de inteligencia internacionales para tronar
a Fulgencio Batista. Fidel, iba a ser sólo un móvil para desconocer a un
gobernante cubano que se había olvidado de escurrir las bondades de las
ganancias estratosféricas en la pirámide esbelta y de base estrecha. La
historia lo absolvería, por supuesto, de no conocerse nunca que él sabía de su
intervención consciente de una extravagancia participativa en la revuelta del Granma con el palomeo de las agencias de inteligencia internacionales.
Los beneficios a la Isla fueron
claramente emergentes. Los espacios de participación se asambleisaron por
despecho a que los revolucionarios fueran derrocados por un golpe promiscuo que
se estuviera fabricando desde su interior. Castro será absuelto por la
historia, precisamente porque sabiendo que su llegada fue orquestada por
agencias de inteligencia internacionales, no declinó en entregar a Cuba a otra
fase de apertura política. En vez de eso pospuso su entrega. Como toda banda de
forajidos, asumió un control férreo de apartar a Cuba de cualquier menú
occidental. Hizo su propia agenda y la reclamó como la única que tendría
motivos para gobernar. Arregló lo necesario para mantener créditos del exterior
y formó un patrón de conducta cubano que tendría efectos internacionales: el
deporte (para mantener la salud), la salud (para racionar el esfuerzo máximo
desde la educación) y la educación (para disminuir prejuicios instanciados en
el anterior régimen). Fue necesario “quemar las naves” para obtener un reducto
de legitimación para la posteridad, que durara lo que durara. Así es la vida:
breve (hasta que no se prolongue por oportunidad en la selección de decisiones),
presente (hasta que no se libre el umbral de los deseos y fantasías ulteriores)
y digna (asumiendo que los instintos nos mantienen alertas a cualquier
intrusión).
El Granma/Foto: Getty Images |
Así como hubo muchas deserciones
de cubanos que migraron a sitios perfectamente ubicados en el mundo, hoy día.
Así también se quedaron en Cuba, los que prefirieron nunca abandonarla. Algunos
por temor, otros por vocación. Los mejores, por convicción. Han vivido en Cuba
y se las han arreglado. Justo es que ahora sean los que aprovechen las ventajas
de proyectarse sin salir de su país, a otros espacios de interés profesional,
laboral, sociales, de negocios y se integren al mundo real, incierto y finito,
desde esa plaza turística y laboriosa que aún tiene como capital a La Habana.
La integración de las Américas:
Venezuela, Ecuador, Bolivia y Brasil, no hubiera sido posible hoy sin esa "banda
de forajidos". El Salvador y Nicaragüa, no habrían planteado su exoticidad
rebelde, de no haber seguido las leyes de esta "banda de forajidos", cuya idea
bastó para eternizarse: “Siempre existe un modo”.
Twitter: @JNMIJANGOS
(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 27/11/2016, p. 7A)
(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 27/11/2016, p. 7A)
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