jueves, 13 de julio de 2017

AL DERECHO Y AL REVÉS

AL DERECHO Y AL REVÉS

José Noé Mijangos Cruz

Al editorialista universitario que me
acompañó durante cuatro años en una
hazaña periodística en Oaxaca:
Miguel Carbonell



Miguel Carbonell y yo (1994).


El derecho exige de sus fuentes formales que se integren desde sus principios, sus valores, sus exigencias éticas, generando un trabajo completo que le ha dado sentido a la expresión del sujeto que espera formar: “el jurista”. Pocos personajes se mueven desde esos caminos humanos de la defensa en la conciencia colectiva que le da sentido a la división de poderes personificada en la judicatura mexicana vista a partir de una sociedad política que transita hacia el sistema político contemporáneo, “… más flexible y abarcador…” que el Estado, en palabras del recién fallecido Giovanni Sartori.

Bernardo Gómez del Campo, experto en Seguridad Nacional, Irving Ojeda y yo (2017).


El derecho es más que las leyes, aunque a los universitarios de la década del noventa nos gustara la expresión “escuela de leyes”, porque representaba la vitrina desde donde nos proyectábamos con exhibiciones inacabadas que a ratos se distraían del compromiso humano, social. Escuela de Derecho o Facultad de Derecho, en el mejor de los casos, necesita de la doctrina para manejar controles de riesgos. Incluso la Facultad la amplía a partir del posgrado que ofrece como oferta educativa; en ese lapso, la actualización, la educación continua y la familia de juristas hace prosperar la inimaginable astucia que se desprende como una sinapsis colectiva y transforma al ser humano que escogió esta honrosa carrera a prepararle el camino a las nuevas generaciones.

Adriana García Puig, José María Morfin Castillejos y yo, entre otros (1994).


El derecho, para quienes amamos esta carrera (en mi caso la quise tardíamente), la ilusión no es moribunda ni merece desfallecer porque haya signos vitales de alcances limitados; muere una generación y nace otra: en ellas, es incontenible la dicha que cada hornada disfruta al no empezar de cero. Desde mi generación, la de 1990-1994 de la Facultad de Derecho de la UNAM, nos dimos cuenta cómo una serie de visores y reclutadores estaban atentos a demostrarnos interés por sobresalir entre las aspiraciones que aún manteníamos como testigos silentes.

José María Ortega, Miguel Ángel Torres Rivero, Enrique Espejel Caso y yo (1994).


Ahora nos enteramos que nuestra generación aportó un académico destacado del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM: Miguel Carbonell, un presidente del Instituto Nacional Electoral: Lorenzo Córdova Vianello, litigantes que se han involucrado en asuntos de relevancia y expertos en el área de la Seguridad Nacional; amén de políticos que desbordan talento para ceñirse a modelos transitivos de organización social. El derecho es la profesión con mucho lenguaje operativo que decanta en la inmediatez cotidiana con esmerada precisión y bagaje estilístico.

Luis Sánchez-Caballero Rigault y yo, entre otro (1994).


No seremos como los economistas, que con poco lenguaje se han venido considerando los profesionales del futuro. Nuestra formación universitaria comenzó con los clérigos seculares del siglo XI y como profesión liberal despertó sospechas de ordenar el mundo desde los despóticos o sostener revueltas con los subversivos. El derecho ha sido la solución a muchos intrincados modos de combinar los esfuerzos que la diversidad cultural asume como una trayectoria original de la civilización.

Alfonso Lanzagorta y yo (1994).


Ahora que los tribunales deben fomentar la vida social mexicana desde un régimen que ya lo prevé de manera obligada, resultado de años de experiencia opresora de provocar sólo la continuidad de poder que evitaba la distribución que en justicia corresponde a estratos hartamente dejados en situaciones de precariedad, el derecho retoma su condición de transmisor de beneficios a una mayor cantidad de ciudadanos de este país. De manera automática, la libertad de cualquier ser humano debe ser velada por los universales derechos que le asisten desde la cuna hasta la tumba, por eso hablamos de “sustentabilidad” en términos de reconocimiento a la condición que cualquier ser humano tiene a satisfacer sus necesidades sin que se le remilgue o reproche.

Carlos Arellano García y yo (1994).


El derecho, cuando se actualiza, se propaga como una licencia que establece criterios nuevos para nuevos procedimientos. Por eso decíamos que los estudiantes del derecho no empezamos de cero, nos espera reconocer una retahíla de saberes que se han incubado en la vida profesional y una admirable experiencia de nuestros mentores que prodigiosamente han abastecido de producción editorial muchas páginas de la historia ética que es nuestro compromiso ideal en la transparencia que tanto se habla en la creación de una relevante fiscalía en México.


Twitter: @JNMIJANGOS

(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 13/07/2017, p. 6A)

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