LA BROMA AUTOINFLIGIDA DE CHUMEL TORRES

José Noé Mijangos Cruz

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La comunicación se ha democratizado porque las compañías de ayer, queriendo monopolizarla, ceden ante nuevos emblemas de igualación social, provenientes de creadores en redes sociales. La competencia es ruda, porque, aunque la producción no exige inversión cuantiosa, la informalidad de la hechura de programas logra diversificar a su público, audiencia que transita entre textos cortos a videos entretenidos. La broma va ligada al insulto inútil y, en esa medida, los destinatarios son presa de la determinación de un emisario que promete conseguir el reproche social para el adversario.

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Chumel Torres consiguió, en el pasado, ser descubierto por una sociedad mexicana que ahora basaba su experiencia informativa desde dispositivos móviles y que, no hospedándose necesariamente en una computadora personal, asumía claridad en la opinión general que provenía de la sátira vanguardista del desprecio por una clase política cargada de adjetivos y su sustitución en términos de democracia participativa. La llegada de López Obrador al poder se debió, en parte, a esta acción mediática que sólo faltaba deslindarse de medios de comunicación clásicos.

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Justo esa era la visión de CONAPRED (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación), quitarle el velo a Chumel Torres respecto de su postura en los mensajes que genera ante la opinión pública, debatir el fenotipo que busca este comunicador cuando ataca o dirige sus infamias ante la complacencia de seguidores que aligeran la carga emocional, dejando de lado la línea argumentativa. Hablar ante un público que lo mismo le da admitir un sesgo personal, por la inentendible marcha de los asuntos del país, dice mucho del por qué volverse un charlador neutral, puede peligrosamente convertirse en un comunicador ingenuo y promiscuo.

Ingenuidad aquí debe traducirse en la admisión de una sociedad política no haciendo la aclaración de la filosofía que la recubre, que la motiva o que la orienta. Que a un comunicador le dé lo mismo que gobierne uno u otro bando, habla mucho de la conveniencia de ser perdurable en el tiempo. Tal vez por eso ya sea hora de reinventar la marcha de las transmisiones, a partir de quienes la representan. El trato que muchos le dan a Chumel Torres, con todo y la confrontación con una parte de los internautas, es de privilegio, pues se la ha rifado con perfil que rebasa a las comunicaciones tradicionales y de amplio formato.

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Promiscuo se debe traducir, en este planteamiento sobre los comunicadores “millennials”, en la distorsión que sobre las formas erróneamente manejadas emerge el fondo de un modelo de participación de mayoría tiránica. El juego de poder es sólo vertical y los juegos de poder horizontales entre la mayoría y las minorías, ignoradas, dice mucho de la línea de ensamblaje en la cual fue procesada la conciencia de un Chumel Torres. Por eso era importante el debate al que Mónica Maccise convocó. Si bien cederle la palabra hablaba de inclusión, también velar en ese evento de qué estaban hechos los comunicadores, hablaba de una opinión pública centrada en la democracia participativa.

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Se le ha pedido a Twitter México y a su director que suspenda cuentas de comunicadores (entre ellos Chumel Torres) que manejaron sus pronunciamientos a partir de una presunta línea discursiva enajenatoria, situación reprobable por hacer del debate nacional un asunto de exclusión social. Los candidatos a la exclusión se deben permitir reconocerse en sus propios argumentos, en el debate persistente, en la polémica que podría desentrañar las mismas debilidades que les son naturales; recordemos que cuando las libertades se encuentran en pugna, nos quedan aún las razones; también podemos reforzar este dicho diciendo: “la broma infligida a uno mismo es el último recurso que tiene el excluido”.

Twitter: @JNMIJANGOS

(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 25/06/2020, p. 6A y en El Heraldo de Coatzacoalcos 25/06/2020, p. 12.)