viernes, 9 de octubre de 2015

¿QUÉ HACE FALTA EN LA SOCIEDAD PROVINCIAL?

¿QUÉ HACE FALTA EN LA SOCIEDAD PROVINCIAL?

José Noé Mijangos Cruz

La provincia mexicana es una idea de nación que prejuzga un avance en función de la metrópoli principal: la Ciudad de México. Ante ese signo desalentador, la ‘región’, es el factor que resalta entre otra metrópoli, pero ésta, provincial. Hoy, la Ciudad de Oaxaca, es el centro de reunión de las decisiones que deben satisfacer a sus regiones, como si de eso dependiera su prestigio en cuanto modo de adquirir la producción local.

Un caso típico es Santo Domingo Tehuantepec. En ‘desarrollo regional’ la pregunta para rescatar una tradición antiquísima es: ¿Qué motivó en el pasado que esa ciudad tuviera su tiempo de auge y prestigio? Basada en una economía colonial, pero cimentada en un contexto indígena, Tehuantepec no ha podido detonar su aprendizaje histórico, pues a esa sociedad sabia, ha sabido comprarla el consumo de bienes y servicios, lejano de un sistema ecológico de desarrollo sustentable.

Hace tiempo, se demostró que una comunidad guatemalteca, fue sumergida en intentos por dejar la inspiración colonial sólo a gente que pudiera pagarla. Ese planteamiento, basado en una economía emergente, relativiza el signo presencial de los indígenas para ubicarlos sólo por complacencia en la escena por donde pasa el turismo extranjero. Siendo la población indígena sólo un elemento decorativo, no afianza la credibilidad para que los subsidios federales le lleguen a Tehuantepec, pues, incluso, en el programa de ‘pueblos mágicos’, se insertan elementos de adecuación occidental que antropológicamente aniquilan el acto de pensar del poblador original.

Pero a Tehuantepec también le han quedado mal los académicos. Universidades regionales de tinte oficial, llevan en el nombre la penitencia de un signo occidental que disloca el compromiso de proteger ciertos intereses locales (como orientadores urbanísticos), para dejar recintos históricos a merced de la modernización que instituciones oficiales modifican ante la indiferencia de los organismos públicos que deben detener cualquier arreglo que no tenga como iniciativa la preservación del espacio arquitectónico original.

A diferencia de Juchitán, donde el ‘arribismo’ del partido hegemónico es suplantado hoy por los movimientos contestatarios con amplia tradición pragmática, Tehuantepec no conserva ni en sus festividades, un llamado del pueblo, de las masas, sobre todo cuando se conmemora una festividad a la que sólo una élite es convocada: la Vela Sandunga. Ese estadio con escasa legitimidad, se traduce en autoridades municipales que tergiversan el elemento central de apreciación de los espacios arquitectónicos: desconocimiento de investigaciones culturales, ausencia de sinergias para retar a los gobiernos estatales informándoles que han generado de manera genuina en Tehuantepec un sistema ecológico de desarrollo sustentable, carencia en los programas de gobierno de foros de consulta sin prejuicios de atacar intereses del estado donde se posibilite una legitimidad de actuación municipal, nula nomenclatura contemporánea con estudios de tecnología de posicionamiento global para revertir el área urbana afectada por la invasión de agentes patológicos, etcétera.

La provincia mexicana, insistimos, debe reconocerse en esas ‘microhistorias’ que ya Luis González y González nos regalaba como un privilegio en donde se conserva el color de una música, la tonalidad de una voz trovadora, se preserva la exquisitez de una gastronomía más que suntuosa y ornamental: sabia y artesanal. Tehuantepec ha perdido la capacidad de gustarse a sí misma, por el placer de verse reconocida como agente de una política de subsidios que sólo da para sobrevivir. En ese arreglo democrático, su legitimidad se pone en juego; entra en una crisis de legitimidad que permite vendimias ambulantes y comercios monopólicos que homologan la causa principal de esta comunidad colonial: su aspecto histórico y cultural.

Una pregunta en materia de Desarrollo Regional, decíamos, ha sido: ¿Por qué Tehuantepec y no Juchitán, por qué Tehuantepec y no El Espinal, por qué Tehuantepec y no Ixtepec, fue utilizado en el pasado como medio de forja empresarial de La Colonia? ¿Por qué Tehuantepec y no Juchitán… motivó a los descendientes de Zaachila y del Valle de Anáhuac, a insistir en que allí se forjara una nación privilegiada? Habría que empezar por descubrir eso, porque al encontrar la respuesta, no pasará mucho tiempo en que se acerque ese lugar a su generador común: su identidad.

Twitter: @JNMIJANGOS

(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 30/09/2015, p. 10A)
http://www.noticiasnet.mx/portal/oaxaca/opinion/local/304868-que-hace-falta-sociedad-provincial


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