domingo, 11 de septiembre de 2016

LA TESIS DEL PRESIDENTE

LA TESIS DEL PRESIDENTE

José Noé Mijangos Cruz


Cada vez que las redes sociales envían el mensaje de que nos debemos centrar en el tema que ellas colocan, el deber de saber si se comulga con ese tema manda una señal de semáforo en amarillo que nos previene a “sobrevivir” o “supervivir” como espectador que más o menos se atiene a contrastar la polémica, la evidencia o la investigación. El “lector eficaz” anida su razón en la razón del que lanzó esa carga de imaginación colectiva de alerta en los intereses de grupo o de patrimonios culturales próximos a debatirse en el quehacer nacional, y el “lector eficiente” ensaya en la realidad sus certezas históricas como un ente modelado en la construcción cívica.

¿Sobrevivencia o supervivencia ante la agenda informativa?

El espectador “sobrevive” cuando sus recursos culturales lo mantienen en jaque y se presta a la adaptación de lo que le conviene escuchar y lo que le interesa decir. Su mundo es un mundo original, por no decir elemental, silvestre. Lo gregario se alquila en la mayoría tendenciosa y su salida airosa sólo se alcanza a través de la “chiripa”, de los arreglos que al mismo sujeto sorprende por el asombro a flor de piel de una condición que ha servido de consuelo vivir, aunque en esa etapa las limosnas le hayan importunado su desarrollo hacia una conciencia social. “Supervivir como espectador”, en cambio, es la claridad en los negocios públicos, cosecha la “eficacia” de las afirmaciones morales, comprende su sentido crítico y la conveniencia de abrir el pico o de quedarse calladito para verse más oportuno. Incluso, con frecuencia, la expresión “me reservo el comentario”, es una halago para quien lo dice y un desaire para quien la recibe. El “espectador eficaz” que detecta la noticia calculada, ladina o encubridora, no se mueve ni un centímetro en beneficio de esa costumbre prosaica de “quedar bien”. Y ante la insistencia de su participación, surge el “espectador eficiente” que traba los deseos opuestos de manipular el escenario social en donde se pretendía penetrar ese “determinismo informativo”.

¿Eficacia o eficiencia ante la expectativa de la información?

Si la “voluntad” del espectador se arregla de manera que conceda ciertas conveniencias a sus homólogos, entonces estamos frente a un “espectador eficaz”. Generalmente ese espectador no se molesta por cualquier cosa ni le vienen gravosas algunas informaciones, pues su lado culto opera como un “giroscopio” (equilibra las posturas en milisegundos). Nos encontramos ante un “espectador eficiente”, en cambio, cuando se corrige desde el intelecto lo que no se logró decodificar airadamente por la condicionante de “eficacia”. “Supervivir” ante la colocación de mensajes de las redes sociales, luego entonces, sólo es probable si se atiende a la justificación de si se predica con la discriminación de datos pasados por la “eficacia” de la admisión condicionada y si se atiende a la relación causal de lo que me conviene procesar y lo que debo admitir o descartar pasada ante la “eficiencia” rescatable del filtro que se presta a desechar los residuos. El “espectador eficaz” que “supervive” en las redes sociales, detecta mucha información circulando y le deja a su homólogo “espectador eficiente” que la elimine o la preserve, según el entendimiento de lo que más se aglutina o se vuelve tendencia (trending topic). Procesar mucha información no es sinónimo de una supervivencia crítica, pues ya se ha superado el lado marginal de la custodia de la información. La estancia circunscrita a las orillas (circum stantia), es un asunto de la “sobrevivencia mítica”: primero la dimensión de los animales prehistóricos, luego el predominio de grupos de las cavernas, el destierro sobredimensionado, la tierra prometida, y las fases progresivas del imperio que se han convertido en el “capitalismo tardío” en la atrofia social espontánea y etérea.



La tesis del presidente de la República

El tema de la ética (o “eficacia” profesional) se ha desbordado en las últimas informaciones que se han ventilado en las redes sociales, al grado que los desvaríos en la tesis profesional de quien nos gobierna ha volcado a los usuarios a pedir una respuesta oficial, pero entre que ese hecho se daba, también se pedía en el imaginario colectivo revocar el mandato presidencial, en una especie de “tribunal sumario” (pretensión de “eficiencia” en la transparencia gubernamental). La “eficacia” nos hace ver que elegimos a un ciudadano, no a un licenciado en alguna profesión. Y la “eficiencia” nos previene que el proceso de elección ya pasó y ahora nos encontramos en el régimen de ejercicio crítico de gobierno. Además, la “supervivencia” es un indicador de que no podemos atraer a la “incertidumbre” fortuita o gratuita, hasta que no se cuaje una “ruptura” legítima que exija un cambio de gobierno. La “certeza” o “legalidad” debería (otra vez la “eficacia”) ser un indicador de progreso humano ante la “justa distribución de la riqueza”. Si quien nos gobierna no es del todo ético (se le acusa, aunque aún no se le prueba el plagio), eso podría tenernos ante un sujeto de elemental criterio, pasable, aunque no deseable. Y eso no es determinante para suplir su ejercicio al que el deber “contemporáneo” le reclama (los errores del pasado son corregibles, superables). Lo interesante sería saber, si el ciudadano que elegimos para que nos gobernara, ajusta el compromiso de su misión desde el plano general, estándar, como lo pudiera hacer cualquier ciudadano del país. De ahí que nunca haya estado este columnista de acuerdo con la exigencia de una profesión en la elección de un cargo público: contraviene el principio (otra vez la “eficacia”) de “representatividad política”.

Twitter: @JNMIJANGOS

(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 11/09/2016, p. 7A)

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