lunes, 12 de diciembre de 2016

TOVAR Y DE TERESA: EL POLÍTICO Y EL INTELECTUAL

TOVAR Y DE TERESA: EL POLÍTICO Y EL INTELECTUAL

José Noé Mijangos Cruz

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Foto: Cuartoscuro


Una asociación prodigiosa entre dos actividades que necesariamente exigen correr por caminos paralelos, convergentes en algún momento, habla de una comunidad que como la mexicana ha hecho un mundo cultural atractivo en el exterior. La política es un quehacer que revela la situación práctica de un país como fenómeno social, su ejercicio devela acciones que recurrentemente se actualizan. La política recurre a sus élites, a sus notables, para afianzar sus deseos de prosperidad y democracia en ascenso.

Existen personajes políticos cuyo cultivo en las letras, las artes y las experiencias filantrópicas, requieren de espacios de discusión porque generalmente se les critica su actitud servil ante un régimen político que frecuentemente menosprecia la visión consensuada que pasa entre lo popular y lo emergente. Es así como una secretaría de cultura siempre es vista como una versión institucionalizada del poder, que no como una versión empoderada de su afianzamiento en la imagen real de quienes componen su fuerza productiva preponderante. La clase media, quizá fuera de la militancia al pensador Antonio Gramsci, no ha logrado contrarrestar los efectos de la alta cultura, lo que ha hecho de un país como México, un testimonio deformado que denuncia lo que no conviene al gobierno en turno y resalta lo que mejor capitula un periodo o civilización para encajar convenientemente en los escenarios internacionales.

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Rafael Tovar y de Teresa representa ante los regímenes para los cuales ennobleció su actividad burocrática, un claro ejemplo de avanzada, de notabilidad, descendiente de familias que aportaron su esencia culta en momentos en que se tuvo que redimir amenazas en las ocupaciones domésticas: salarios bajos, represión social, inestabilidad financiera, fraude electoral, disolución de gobiernos estatales desde la federación, conjuro de huelgas, presos políticos y un largo etcétera. El gobierno mexicano, de hecho, tuvo que recurrir a la mesura política y al control de las ideas perturbadoras de colapso, a través de políticos cultos que proyectaran en los gobernados que la vida institucional del régimen tenía sentido, valía la pena ser vivida y aún los proyectos de vida podrían asegurarse un espacio entre las multitudes irreflexivas y culturas subalternas.

La Secretaría de Cultura en México, fue dirigida por un ciudadano poco común: Rafael Tovar y de Teresa. Pero si la Secretaría de Cultura ostentó a un personaje que ya se había ganado el quehacer político por su talento diplomático, también se había ganado la indiferencia ocupacional del efecto decorativo en donde terminan los alcances de la opinión pública en ese ramo del poder ejecutivo federal. Se sintió el estado de confortabilidad en el que un Tovar y de Teresa figuró en el último tramo de su ocupación política. Y no es que no atendiera con oportunidad los planteamientos de la planeación en materia de cultura, si no que no se percibió un cambio novedoso o exposición al riesgo, sabiéndose influyente en el gobierno federal. Como político rancio, prefirió seguir la rutina de una cultura rasa y homologada, tal y como los regímenes priistas mantuvieron en vilo a la clase cultural previo a la alternancia política.

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Con todo lo anterior queremos decir, que el rango de “secretaría” se siguió como un patrón del comportamiento de la política mexicana por dos causas:

a) Exigencia de la comunidad internacional para sostener la identidad local. Los protocolos internacionales cada día exigen que los países dediquen mayor atención a los rasgos culturales de las comunidades que las componen. Eso motiva que se planee y supervise el gasto presupuestal en función de sacar la chamba cultural. Para atenuar cualquier incidente en la clase cultural interna, se propicia sostenerla y diversificarla a partir de una figura de unidad, en eso Rafael Tovar y de Teresa era la única opción: combinaba la política y su proeza intelectual. El culto a la personalidad se encuentra implícito, para armar el entramado social que justifique la orientación técnica ante instancias de intervención sin trascendencia en las políticas públicas.

b) Relevancia del ramo cultural sólo para satisfacer controles emblemáticos de las aspiraciones de cambio e innovación. El subsistema cultural no cuenta con una versión nacional que cuestione los dineros nimios que se le inculcan para aparentar un avance social en ese aspecto. No se tasa igual a la cultura que a la milicia o a la ciencia. Ese plano de igualdad en las carteras de la administración pública, demuestra ilegitimidad a la hora de ponerle nombre a una “secretaría”, pues no se puede defender de la mezquindad y la rapacidad institucional que le da origen. Tovar y de Teresa pudiendo cuestionar esa intranquilidad presupuestaria en el puesto que devengaba, legitimó las acciones de gobierno, para vivir en la oscuridad financiera que no daba ni para atender la necesidad emergente de las capas sociales productivas, quedando un brillante trabajo de representación política sólo en el discurso.


Twitter: @JNMIJANGOS

(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 11/12/2016, p. 7A)

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