José Noé Mijangos Cruz
El debate del domingo estableció
figuras sólidas sobre lo que se espera consolidar en los próximos meses. Andrés
Manuel López Obrador consideró que no podía darle oportunidad de sobresalir a
quienes sólo se cobijaban de su presencia. Ser puntero en las encuestas no
podía dejarse a la solícita actitud de distraer su presencia con candidatos
principiantes. Con excepción de Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, quien
gobernó el estado de Nuevo León y había llegado a esa cúspide como candidato
independiente, los demás candidatos vienen de situaciones de sobreprotección de
sus propios partidos, partidos que no fundaron y desde el cual su participación
ha sido emergente, casual y falto de una democracia interna en la organización
política cuya filiación ha usado la expulsión y la adherencia forzada.
El Movimiento de Regeneración
Nacional (Morena), sabe que esta participación presidencial es determinante
para sentar precedente sobre su acaparamiento indiscriminado de personajes que
provienen de muchos espacios en donde brillaron por su ausencia la cultura de
la discrepancia y los juegos de poder de igual a igual y se focalizaron las
relaciones que las mayorías usurpaban para distorsionar la cultura de la legalidad
que generaran garantías de participación de las minorías. Para López Obrador:
Napoleón Gómez Urrutia y Elba Esther Gordillo, nunca tuvieron la audiencia que
les reconociera su ubicación como enemigos del sistema, sólo se les criminalizó
y eso es reprochable para un régimen de derecho que se precia de modernas
reformas constitucionales en beneficio del reo, siendo esta condición, en los
casos anteriormente señalados, casos de criminalización de índole política.

El equipo que organizó el debate
desarrolló una dinámica al final del evento, en donde reconoció al candidato
que no se dejó cuestionar por un rol secundario en su campaña: simular que
sigue los protocolos aportados por los institutos de organización como el
Instituto Nacional Electoral (INE), otrora destinatario de la expresión “¡Que
se vayan al diablo con sus instituciones!” El equipo que organizó el debate le
solicitó posar para la fotografía a AMLO, justo al final del evento, generando
la sospecha de condecorarlo como el próximo presidente. No despedirse de los
candidatos recién le acompañaban en ese espacio de discusión, manda un aviso a
quienes le van considerando un estado de congruencia a López Obrador: ahí se
quedan; ustedes invitados al banquete de la palabra pueden quedarse; incluso cada
uno de ustedes vino obedientemente a hacer la pasarela del ensayo; usted
Margarita peléese con su Anaya, irrumpan con revanchismos del pasado; Meade, no
das la batalla; Bronco, allá en tu estado le ganaste a una Ivonne Álvarez que
se vanagloriaba con 42% de la intención del voto, allá en tu estado, no eres
rival para liarme contigo a nivel nacional.
El disfrute de un debate que no
necesitaba de esfuerzos verbales para ser efectista, colocó a López Obrador en
un acto republicano que suplantaba la buena fe de los espectadores. El Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación había declarado válida la
candidatura de El Bronco y ahora el INE lo paraba frente a él aduciendo
respetar el criterio de los magistrados electorales. La sonrisa cultivada que hacia
darle pulcritud a su versión peculiar sobre el republicanismo que se le
acomoda, lo hacía involucrarlo en un desdén que hacía penoso el costo de
debatir con un primer lugar. Aunque Meade se centró en la presunta declaración
patrimonial que AMLO no informó, éste le replicó que de ser cierta esa
aseveración, le regalaba esos inmuebles. El espectáculo se vio necesitado de
apariencias. Para el espectador hábil, a los señalamientos de El Bronco, los
demás candidatos se reían de “corralito” (unidos por una misma causa).
Otro rasgo de complicidad verbal en contra de
AMLO, es aquella trifulca entre los candidatos de partido que generaban, al
parecer, una consigna en la discusión: que AMLO no fuera el tema, sacarlo del
tema momentáneamente, aunque fuera el puntero en las encuestas. Si se atrevían
a meter a Andrés Manuel en la plática, era para tratar de desestabilizarlo,
situación que demostró una postura común que se destinaba a practicar
discriminación con aparentes tintes de oportunismo al aprovechar la presencia
del puntero, ahora frente a ellos.
Twitter: @JNMIJANGOS
(Publicado en El Universal http://www.eluniversal.com.mx/articulo/noe-mijangos/nacion/el-debate-y-el-desden-de-amlo en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 27/04/2018, p. 7A)
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