domingo, 9 de octubre de 2016

EL GOBIERNO, ¿QUÉ NOS DEJA?

EL GOBIERNO, ¿QUÉ NOS DEJA?

José Noé Mijangos Cruz



Las transiciones, no se habían dado en Oaxaca. Vivir esa experiencia nos comportó pasar por una certidumbre de cambio que pudo obtenerse a conciencia, de no ser por lo complicado que es manejar los destinos de este estado pluricultural y diverso: Oaxaca.

Un sexenio le duró a la transición política consentir el comedimiento de nuevas caras y estilos de administrar, que si bien no fueron espectaculares, tampoco podemos darnos el lujo de colocarla en el banquillo de los acusados por un periodo que no permite, en términos técnicos, realizar pulsaciones o diagnósticos concretos sobre rasgos administrativos que necesitan de un estudio prolongado para disponer de consideraciones apegadas a la proporcionalidad del margen de error.

La presencia de las familias más encumbradas, en esta administración, nos dejaron una moderada condición de gobierno que se vio ilustrada y que depuso en algunos momentos, la arbitrariedad que se había venido viviendo con los grupos políticos que le antecedieron. Corresponder al hecho de moverse en arenas movedizas, hizo que la moderación rindiera frutos, cuando se esperaba de ellos mayor impacto o choque hacia grupos de confrontación cuyo material disponible es y siempre ha sido la pobreza extrema, educación mediática y condiciones de desarrollo desfavorables. Esta administración, por lo menos, demostró sanidad en sus afirmaciones de gobierno, contundencia en sus decisiones (afectar intereses de sus adversarios, pocas veces, pero de manera contundente) y avance en sus políticas públicas de dignificación social hacia las clases vulnerables.



Las finanzas, si bien fueron dinámicas poco apreciadas por esta administración, no los fueron tanto como las distracciones que tuvieron administraciones anteriores. El dinero es una condición que no debería emborrachar de asombro a un equipo de administradores públicos, pues el número es visto por el volumen y no por las unidades.

Las canastas de las oportunidades no pueden provocar más que faltantes, cuando una presupuestación no sigue los lineamientos estrictos de una planificada meta institucional.

Recordemos que a este sexenio que recién dejará Gabino Cué, le tocó retomar las riendas del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, cuya planeación presupuestal modificó programas ambiciosos en donde la federación tarda en reponer costos que de hecho se deben realizar y cuyos alcances recaen en la responsabilidad del gobernador en turno y no de la Secretaría de Educación Pública.

La crisis magisterial de 2006, en tiempos de Ulises Ruiz Ortiz, en parte, se desató por la conjunción de un esfuerzo dinamizador de la sociedad civil, y un gobierno despótico que utilizó la coyuntura para denostar este movimiento social que si bien no fue del todo legítimo, si venía cargado de exigencias de insumisión y de razón de cambio que comportaba la realidad de ese tiempo. Cué, en cambio, manejó una función de “estadista” que podría quedarse en el agradecimiento, pero que sabiendo cómo están las cosas en esta entidad federativa, la dejamos en la situación de que, por lo menos, tuvimos a un gobernador menos intrusivo y cuyo manejo de los asuntos locales cedió a la federación por razones de “concurrencia” (permitir el ejercicio de la federación en un asunto cuya facultad de ambos niveles les exige hacerlo de manera competencial) así como reflejar una forma de convivencia pacífica en regiones cuya autonomía se viene exigiendo desde hace ya muchos años.



Oaxaca es dejada con una aspiración de libertad y competencia que tiene que pasar de lo superficial o aparente, a lo abarcativo u original. La pasada elección, deja una sucesión que se atendrá, en apariencia, a seguir con esta moderación al administrar los recursos públicos y evitar en lo posible, los conflictos de alto impacto. Si bien el sucesor del equipo del gobernador no resultó vencedor dadas las complejas condiciones políticas-electorales a las que se sometió, con un organismo público local electoral cuya figura máxima lo representa el Instituto Nacional Electoral y en donde sus consejeros venidos de una primera convocatoria se sintieron rebasados, la lección es la intensa formación política en sus institutos partidistas, desde actualizaciones macro, hasta ejercicios de gobierno probados.

Twitter: @JNMIJANGOS

(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 09/10/2016, p. 7A)

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