lunes, 28 de noviembre de 2016

FIDEL CASTRO Y SU "BANDA DE FORAJIDOS"

FIDEL CASTRO Y SU "BANDA DE FORAJIDOS"

José Noé Mijangos Cruz

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Foto: Gérard Rancinan

Discutir si la rebeldía tiene méritos, ha dado pie a menospreciar esa postura con la expresión: “banda de forajidos”. Los ejemplos son muchos, y la conducta que no se guía por normas, realiza un punto de quiebre en sociedades inacabadas (el Estado, una sociedad política rígida y limitada, ha dicho Giovanni Sartori). Una empresa como la de Fidel Castro, usó marketing adelantado a su época. Hacer abandonar en una isla caribeña la idea de la sumisión a los poderes capitalistas, que por sí misma tenía en ese contexto reminiscencias coloniales, no era para tomarse a juego. Ni siquiera la integración del Ché al movimiento, podría enviar el mensaje de que eran suicidas obstinados, antes bien, podrían llevar la carga de una vida acostumbrada a mantenerla en constante aventura, resiliencia y demostración de que lo propio tenía sentido si se detentaba con admiración de lo ganado en cada tramo de batalla existencial. A Fidel se le cumplió morir hasta que se le acabó la vida. Se abandonó. Prefirió irse para siempre. Nada lo detuvo en vida. Vivió el tránsito de Cuba de ampliar relaciones diplomáticas con Estados Unidos. La derrota de Hillary no lo estremeció. Un estadista sabe qué va a pasar. Trump y la supremacía blanca volverían a gobernar a ese país. Él lo sabía. Pero prefirió callar.

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Esa "banda de forajidos" de Fidel, aprovechó que el capitalismo que gobernaba Cuba en la época de la oscuridad política, se encontraba relajado. Más de una vez, la tranquilidad ha sido la madre de todas las derrotas. México, precisamente por su corrupción excretante, conocía los planes de las agencias de inteligencia internacionales para tronar a Fulgencio Batista. Fidel, iba a ser sólo un móvil para desconocer a un gobernante cubano que se había olvidado de escurrir las bondades de las ganancias estratosféricas en la pirámide esbelta y de base estrecha. La historia lo absolvería, por supuesto, de no conocerse nunca que él sabía de su intervención consciente de una extravagancia participativa en la revuelta del Granma con el palomeo de las agencias de inteligencia internacionales.

Los beneficios a la Isla fueron claramente emergentes. Los espacios de participación se asambleisaron por despecho a que los revolucionarios fueran derrocados por un golpe promiscuo que se estuviera fabricando desde su interior. Castro será absuelto por la historia, precisamente porque sabiendo que su llegada fue orquestada por agencias de inteligencia internacionales, no declinó en entregar a Cuba a otra fase de apertura política. En vez de eso pospuso su entrega. Como toda banda de forajidos, asumió un control férreo de apartar a Cuba de cualquier menú occidental. Hizo su propia agenda y la reclamó como la única que tendría motivos para gobernar. Arregló lo necesario para mantener créditos del exterior y formó un patrón de conducta cubano que tendría efectos internacionales: el deporte (para mantener la salud), la salud (para racionar el esfuerzo máximo desde la educación) y la educación (para disminuir prejuicios instanciados en el anterior régimen). Fue necesario “quemar las naves” para obtener un reducto de legitimación para la posteridad, que durara lo que durara. Así es la vida: breve (hasta que no se prolongue por oportunidad en la selección de decisiones), presente (hasta que no se libre el umbral de los deseos y fantasías ulteriores) y digna (asumiendo que los instintos nos mantienen alertas a cualquier intrusión).

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El Granma/Foto: Getty Images


Así como hubo muchas deserciones de cubanos que migraron a sitios perfectamente ubicados en el mundo, hoy día. Así también se quedaron en Cuba, los que prefirieron nunca abandonarla. Algunos por temor, otros por vocación. Los mejores, por convicción. Han vivido en Cuba y se las han arreglado. Justo es que ahora sean los que aprovechen las ventajas de proyectarse sin salir de su país, a otros espacios de interés profesional, laboral, sociales, de negocios y se integren al mundo real, incierto y finito, desde esa plaza turística y laboriosa que aún tiene como capital a La Habana.

La integración de las Américas: Venezuela, Ecuador, Bolivia y Brasil, no hubiera sido posible hoy sin esa "banda de forajidos". El Salvador y Nicaragüa, no habrían planteado su exoticidad rebelde, de no haber seguido las leyes de esta "banda de forajidos", cuya idea bastó para eternizarse: “Siempre existe un modo”.


Twitter: @JNMIJANGOS

(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 27/11/2016, p. 7A)

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